martes, 19 de abril de 2011

Al sonido de la balalaika

Tus manos deslizándose por las teclas de marfil del piano
acariciaban esa dulce melodía que aun perdura en mi memoria.
Las piezas de ajedrez empolvadas por el tiempo
son el fiel testigo de tardes llenas de melancolía
y dulces recuerdos de una infancia que te fue robada.
El sonido de la balalaika me transporta a ese lugar
que por ahora solo conozco en sueños.
Y un cosaco luciendo sus mejores ropas
evoca en mi mente esa sonrisa dulce
que imprimieron con tus bellos ojos en blanco y negro.
Cuando el verde del pistacho
tiña las hojas de aquel cedro la próxima primavera
no habrá fin… no habrá principio
que detenga tu voz
entonando la más bella melodía
que juntos jamás hemos cantado … © by Gabrielle


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