de aquel ginkgo dorado
tus manos rodearon mi cintura
para hacerme saber que estaba segura
a tu lado.
La fría brisa del viento que llegaba desde el sur
no pudo impedir que mi corazón
crepitara al compás del tuyo,
mientras a unas calles de allí
el sonido de nuestra melodía preferida
le ponía un marco a esa postal de invierno
que nadie se atrevió a fotografiar.
Un instante, un respiro,
un momento irrepetible
grabó en la historia de nuestras vidas
otro capítulo de esa pagina lánguida
de aquel libro invisible
que juntos escribimos cada dia.© by Gabrielle
